Anoche,
entrando al sábado 20 de octubre, falleció la Madre de Plaza de Mayo Sara
Cobacho. Una mujer que sufrió más de una desaparición en su familia, el dolor
la atravesó tanto que no tuvo más opción que salir a pelear por memoria, verdad
y justicia.
Con los
años fue Secretaria de DDHH de Merlo, fue Senadora y en mayo de este año había
dejado el cargo como titular de la Secretaria de DDHH de la Provincia de Buenos
Aires.
En la
lucha durante los años de dictadura, conoció a mi abuelo, y su corazón le guardaría
mucho recuerdo y cariño, porque en el año 2005, presentó un proyecto para
homenajear a figuras que se destaquen en la lucha por los Derechos Humanos. A
ese premio le puso el nombre de mi abuelo: Eduardo Pimentel. Y fue aprobado por
Decreto provincial. El premio “distingue a una personalidad o
institución de reconocida trayectoria en el campo de los derechos humanos que
de manera cotidiana y perseverante batallan por conseguir una sociedad más
justa. El premio simboliza la lucha y la labor en defensa de los derechos
humanos, como un reconocimiento del Estado hacia aquellos ciudadanos
comprometidos en el trabajo de reconstrucción de los lazos sociales, en la
lucha por la igualdad de derechos y oportunidades, y por el respeto a la
integridad del ser humano y su identidad”. En el homenaje que hicimos en agosto
de 2009, a 25 años de la muerte de mi abuelo, Sara contó que “el premio Eduardo
Pimentel representa su agradecimiento por la enorme solidaridad de un hombre en
tiempos de dictadura”.
Las últimas noticias que leíamos de Sara no eran buenas; la
secretaría se vio envuelta en problemas, renuncias y aprietes. Pasaban cosas
raras. Resulta que hace unos años, en la Secretaría se metió un cuervo
carroñero llamado Fernando Cano, que vació la secretaría, que enamoró a la
nieta de Sara, que también, de alguna manera macabra, enamoró a Sara. Un
abogado que se dedicaba a estafar a viejos con plata y quedarse así con sus
bienes. El mismo tipo que prohibió el ingreso de la familia de Sara cuando
estuvo internada el año pasado, y que anoche pretendía hacer de la muerte de la
Madre de Plaza de Mayo un hecho político a su favor. Otro gol en su deshonesta
vida política. Ante la muerte, la hipocrecía se viste de negro y abraza a la
familia, finge frente a un cajón.
Sara ya no está, pero Cano supo buscarse quién lo defienda
tras la muerte de Cobacho. Con los años se fue haciendo de gente de la talla de
Ricardo Casal, esos responsables de que un pibe se muera por día en manos de la
policía. Así que después de que el campo popular pidiera la renuncia de Sara y
su gente en la Secretaría, Fernando Cano se volvió a acomodar. Así asumió el
cargo de Director Provincial de Escuelas de Gobierno y Formación de Líderes. Un
enroque que tuvo que hacer Daniel Scioli para apagar un poco el fuego que
denunciaban los empleados de la Secretaría que habían sido atacados por
patotas. Sara pasó a formar parte del consejo de asesores del Gobernador
Scioli.
Es
triste ver cómo fueron los últimos años de una luchadora que sufrió y vivió
para ver un poco de justicia. Pero si esa tristeza
tiene un nombre hay que decirlo. Y es Fernando Cano.
Sin
embargo, el pueblo recordará a Sara como una Madre más, que sufrió y luchó. El
lugar que la historia le asigne a estas aves de carroña aún no lo sabemos, pero
conociendo como son las cosas tenemos el compromiso de contar esta realidad, de
desenmascararlos.
Seguramente
mi abuelo la haya abrazado anoche cuando la vio acercarse, acá abrazamos a sus
hijos, nietos, y bisnietos; mi recuerdo a Sara, y a los enemigos que dormían
muy cerca, ni justicia.
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PD: Buscando fotos de Sara, del Premio, encuentro por primera vez el decreto que plasmó esta idea-homenaje de Sara. Les dejo el link.