El censo del 27 de octubre de 2010 dio como resultado 480 habitantes.
No hay hotel, no hay bar, no hay asfalto, no hay cajeros.
Allí todo trabajo es estatal. Y cualquier trámite se hace en Venado Tuerto. No hay micros, hasta hace un tiempo pasaba uno que conectaba varios pueblitos, pero ya no.
En una esquina de San Francisco (Provincia de Santa Fe), en 1943, mataron a mi bisabuelo Pastor. Tenía 29 años, trabajaba en el campo, "trabajo pesado", dice mi abuela Julia, y tenía 5 hijos, más otro en camino, con su mujer, "Maruca".
Esa tarde, noche, tuvo una pelea con "El Sapo" Aguero. Que lo mató y estuvo preso.
Maruca se quedó viuda a los 25 años con 5 hijos, embarazada, y pobre.
Años más tarde, mi abuela Julia, adolescente, encontró a su abuelo muerto en el patio de la casita. Dicen que mi vieja sacó ojos celestes de él, su bisabuelo Francisco. Mi tatarabuelo. Ir a San Francisco y verlo en una foto es ya conocerlo.
Años más tarde mi bisabuela María se fue de San Francisco a San José de la Esquina, pueblito que vio su paso hasta hace 6 años atrás. Allí la conocí yo.
Estas son algunas de las ideas inconexas de un libro que todavía no escribí.
Porque cada hijo de Pastor y María, del siguiente y María, es una historia. Sobre todo uno, el que fue guitarrista del Chango Rodríguez, aquel cantautor cordobés acusado de homicidio, que compuso en prisión "Luna Cautiva". O el tío Ernesto, el alto y flaco al que le dedicaron un documental, "Gastasuela", dirigido por Omar Llanos.
Por las provincias está plagado de historias como ésta. Por proximidad, por adn, yo debería relatar la historia desde Pastor Domínguez, el buenmozo asesinado en una esquina de San Francisco, hasta hoy. Desde una banco de la plaza de San Francisco, mirar la cúpula de la iglesia y garabatear palabras, como antes.
Hace unos días estuvimos por el pueblo, tan chiquito que se recorre solo.
Nos recibieron con felicidad, con música.
Dejo la crónica visual. Y al final, un video de la casa del señor Garay, con cantores de paso invitados, y vecinos de San Francisco compartiendo un asado, y una zamba para olvidar.
los molinos ya no están, pero el viento aún persiste