Que vuelvan las manzanas

No comprendo. Hay cosas que entiendo, pero no las comprendo. Entiendo a los maestros, y a cualquier ser humano que tiene que vivir, y pagar mucho, para vivir más o menos bien. Impuestos, viáticos, comidas y bla, lo que ya sabemos. Y entiendo que ganan pésimo y tienen en sus manos los oídos vírgenes de los chicos. Entiendo que la educación tiene un lugar relegado en este país, y eso viene de hace bastante. Y entiendo la bronca hacia lo injusto. Y entiendo y comparto la lucha por lo justo. Y no le voy a hablar ni a los Kirchner, ni a los Fernandez, ni a los, ni a los… Les quiero hablar a los maestros de las 100 horas de vigilia, a los maestros de los paros. A riesgo de ganarme la empatía de algunos, hecho que no busco ni deseo, voy a comunicarles mi pensar sobre algunas cuestiones. No soy maestra ni profesora, y deseo tanto un aula como las letras. Pero hoy me siento acá, primero como ser humano, después como periodista. A los maestros de los paros, con seguridad puedo decir que pienso que la verdadera revolución en nuestra época está en las aulas. En llenar de amor y conocimientos los oídos vírgenes. En crear verdadera consciencia sobre lo que pasó, lo que pasa y prevenir futuros indeseados. Lo de prevenir, no está en manos de uno, si no de todos. Creo fielmente que la verdadera lucha por lo justo está en enseñar y enseñar día a día. Que a los Macris y a los K sólo se los puede combatir con la presencia diaria en las escuelas y universidades. Así como en China, la forma de reclamar consistió alguna vez en sobreproducir, mantengo que en el caso de la educación argentina consiste en sobreeducar.

Entiendo sus razones, imposibilidades, broncas y demás. Pero no comprendo el método. No comprendo el paro. Si es tácito que a Macri no le suma ni le resta un día por semana de paro. Los padres no van a quejarse a Macri. Tendrán que hacer malabares con la educación de sus hijos luego. Pero lo que sí afectará a Macri y a los futuros Macris, será la juventud preparada para desbancar esta generación de políticos. Será la honestidad de intelectuales, de teóricos y prácticos, con sed de reparar y proyectar en serio un país de la A a la Z.

Deseo que nada se duerma durante la vigilia programada, y que nada se pare durante ningún paro. Deseo las aulas llenas y en condiciones de toda índole para recibir a los oídos vírgenes. A los chicos que desbancarán por fin esta manga de trajes oscuros y corbatas caras.