
Ayer domingo, el intelectual de Carta Abierta,
Ricardo Forster, publicó en El Argentino
esta nota, titulada "Semiologías".
Hoy, CFdeK habló del
país real y el país virtual, entre otras cosas y
anuncios por demás importantes.
Después de hacer un raconto bastante minucioso sobre la manipulación informativa de los monopolios en los últimos meses, dice Forster:
"Todo está allí sin disimulos, ningún velo ni ninguna astucia narrativa busca esconder la transformación de esos grandes medios de comunicación en defensores a ultranza de sus propios intereses. Han dejado bien atrás el enmascaramiento y el lenguaje de la ambigüedad como si fueran expresión de una época ya superada en la paciente artesanía de la destitución de un gobierno democrático. Saben, y así lo expresan a través de sus principales “periodistas independientes”, que su función principal, la que justifica todos sus afanes, es potenciar un sentido común y una opinión pública en consonancia con sus deseos restauracionistas. Saben, por experiencia propia, que el terreno de lo discursivo-mediático es el verdadero campo de batalla, que en él se juega “el destino del país”. Lo que no dicen, aunque cualquier lector algo despabilado ya lo sabe o lo intuye, es que ellos “son” la opinión pública, ellos son quienes intentan darle forma a un sentido común desprovisto de cualquier posibilidad crítica. Lo que tal vez no acaban de ver, enceguecidos por su propia soberbia y su discurso autorreferencial, es que son cada vez más los lectores que, sin ser refinados semiólogos ni ser defensores a ultranza del Gobierno, ya no comen gato por liebre."
Interpreto yo:
Cuando dice "ellos -los monopolios-
son la
opinión pública", Forster está diciendo
"ellos son lagente", la verdadera lagente. Lo que a mi criterio sería la búsqueda de causar un efecto por imposición. O sea,
vamos a decir que lagente dice o siente esto, para instalar esta -nuestra- verdad, y así sembrar poco a poco (o más rápido que poco, resultado de la inmediatez mediática) tal sentimiento en la sociedad. Pánico, bronca, odio, enfrentamiento, etc. Pocos son los que se dan cuenta que, ante la muerte de Sandro, cede la inseguridad. Pocos son los que, ante más inseguridad "barrial", notan que han desaparecido los secuestros. Hablamos de verdeades impuestas. Sin embargo, uno escucha por la calle que todo es terrible, habla con alguien de provincia y, sin conocer Buenos Aires, le aseguran a uno que es intransitable, invivible por la inseguridad o la noticia de turno.
O sea, se logró el objetivo.
Se instaló aquella verdad mediática, se ganó en
el verdadero campo de batalla, el discursivo-mediático, es decir, se logró llegar al
sentido común, instalar, inventar, un nuevo sentido.
Y esto del
sentido no es menor, acuérdesde usted del filósofo italiano - filósofo entre otras cosas -
Antonio Gramsci. Tuve el placer de encontrarme con él durante mis años de estudio en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Lomas de Zamora, donde me recibí en agosto del año pasado de Lic. en Periodismo. Si mal no recuerdo, fue en Linguistica y Elementos de Semiología la primera vez que oí su nombre y me acerqué a sus conceptos. Más tarde Gramsci salía de lo semiológico para meterse en materias como "comunicación e ideología", "cultura y comunicación", etc.

Fue por esos años que descubrí lo que Forster dice en el párrafo que seleccioné. Que
la verdadera lucha de poder es por el sentido, por instalar el sentido colectivo, de manera hegemónica. Es decir,
el grupo hegemónico es quien logre instalar su propio sentido (valores, creencias, ideologías, costumbres, necesidades, manifestaciones, etc)
como el sentido común. Que los cuestionamientos de los poderosos sean los mismo que de los subalternos. Que las necesidades de los ricos sean la de los pobres. Que los miedos de los de arriba sean los miedos de los de abajo. Y todo de forma natural. Es decir, el poder es aquel entramado que atraviesa de lado a lado toda la sociedad*. El verdadero poder es ese sentido. Es la naturalización de conceptos que
NO NOS PERTENECEN. Esto es, quizás, una de las cosas que me resultaron más reveladoras. Cómo nos podemos apropiar aquello que no está en nuestra naturaleza. Cómo, de manera forzosa pero sutil (es decir,
hegemónicamente) adoptamos aquella ideología que no es nuestra. Cómo no lo sabemos, cómo no lo notamos.
Bajemos algunos conceptos teóricos usando nuevamente el párrafo de Forster.
Todo está allí sin disimulos, ningún velo ni ninguna astucia narrativa busca esconder la transformación de esos grandes medios de comunicación en defensores a ultranza de sus propios intereses. Han dejado bien atrás el enmascaramiento y el lenguaje de la ambigüedad (...)
Lo que tal vez no acaban de ver, enceguecidos por su propia soberbia y su discurso autorreferencial, es que son cada vez más los lectores que, sin ser refinados semiólogos ni ser defensores a ultranza del Gobierno, ya no comen gato por liebre.Buenas noticias. Algo se está quebrando. Para Gramsci, una hegemonía termina cuando esta dominación cultural acaba. Claro que esto sería el pase de un paradigma a otro, como diría Kuhn, generalmente
mediante una revolución científica. Es decir, cambian los grupos dominantes, no así las formas de dominación. Pero el objetivo para Gramsci, fundador del PC de Italia, es la llegada de las clases subalternas, de la superestructura marxista, a la obtención del poder**.
Decía,
buenas noticias. Pienso hace ya un tiempo que l
o mejor de este Gobierno, es sin duda la caída de máscaras de acero que provocó. Esta "guerra" contra los monopolios mediáticos, verdaderos dueños del sentido común, que generó por fin el desenmascaramiento. Siempre están aquellos necios a los que la dirección intelectual les sienta bien. Es decir, aquellos que seguirán creyendo en cualquier medio,
sea TN o canal 7, sin indagar ni criticar. Pero gran parte de la sociedad se despabiló y estiró los brazos, al menos para tomar el control remoto y
buscar más verdades, al notar que
cómo puede ser que resulten tan diversas según el canal, diario, web, radio, etc. 
Este es el mayor logro hasta el momento. Dudo que se llegue a otro superador. Porque la lucha por el sentido es la verdadera lucha de poder, donde dado el triunfo de un sector, da lo mismo tener dólares o lecops, decirse izquierda o derecha, gritar más o menos fuerte. Una vez allí, no hace falta gritar, basta con susurrar que serán escuchados.
La buena noticia es que el mundo, acá por Argentina, anda a los gritos pelados. Algo está cambiando. Algo se está rompiendo.Y como comunicadora, acá, desde mi casa, brindo por eso, festejo los gritos, el desenmascaramiento, la nueva ley, el blanco sobre negro. Porque esto es algo que trasciende al Gobierno de turno para quedar instalado en la sociedad de hoy, pero sobre todo en la de mis hijos y nietos, que tendrán la oportunidad oír más verdades, elegir, criticar, indagar, y no como un estado de "guerra", sino como forma natural de la sociedad argentina. Ese debe ser uno de los orgullos de este proyecto político, dejarnos un sistema mediático más ecuánime, y una lucha por el poder con caras más visibles, para saber a quién nos debemos enfrentar. No hay nada más peligroso que los enemigos fantasmas, el poder invisible;
Buenas noticias, se cayeron varias sábanas.
SaluT!* "El poder no es una institución, ni una estructura; tampoco es una cierta fuerza con la que estemos dotados; es el nombre que le damos a una situación estratégica compleja en una sociedad determinada" (Michael Foucault, 'Historia de la sexualidad') "La dominación [no es] ese tipo de dominación sólida y global que una persona ejerce sobre otras, o un grupo sobre otro, sino las muchas formas de dominación que pueden ser ejercidas en el interior de una sociedad" (Michael Foucault, 'Historia de la sexualidad')
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** La hegemonía es, por lo tanto, el ejercicio de las funciones de dirección intelectual y moral unida a aquella del dominio del poder político. El problema para Gramsci está en comprender como puede el proletariado o en general una clase dominada, subalterna, volverse clase dirigente y ejercitar el poder político, a convertirse en una clase hegemónica.